Examina la jornada quinta y trata de explicar el satanismo de don Álvaro y el de Don Alfonso que conducen al desenlace de la obra.
Don Álvaro y Don Alfonso tienen una forma de satanismo
diferente pero omnipresente en la jornada quinta.
Don Alfonso está lleno de una sed
de venganza, desde su aparición en la jornada quinta hasta su muerte. Es su único objetivo: vengar a
su familia, y más bien a su hermano y su padre, matados por la mano de Don Álvaro
por causa de su pasión
amorosa por Doña Leonor. Por cierto, sus últimas palabras antes de morir y después de haber matado a su propia hermana
Doña Leonor son “Muero vengado”. Así, Don Alfonso es cegado por su deseo de
venganza que le empuja a seguir el camino del malo. Su satanismo queda
constante y muy presente en la jornada. Además, Don Alfonso va a convencer a
Don Álvaro, convertido desde cuatro años en fraile, pues que había
seguido entonces el camino del espíritu santo, a dejar su furor y su demonio
explotar de nuevo, olvidando sus promesas con “Dios”. Creará un verdadero conflicto interior
en la persona de Don Álvaro que luchará contra su demonio todavía presente pero escondido.
Así, tenemos dos personajes satánicos
que reaccionan de manera totalmente diferente frente a sus demonios: uno, Don
Alfonso que lo sigue, que fomenta su satanismo para ir al cabo de su objetivo:
la venganza; y otro que a lo largo de la jornada, como a lo largo de la obra,
va a intentar luchar contra su satanismo, que aparece como una fuerza superior
que no puede vencer. Efectivamente, al final de la escena VI, ya Don Álvaro está
perdido dado que acepta combatir contra Don Alfonso, dejando su “lado malo” surgir y dirigirle.
Durante la jornada quinta asistimos a una transformación del carácter y del discurso de Don Álvaro, que poco a poco
pierde contra su antigua pasión, su furor devastadora que él
mismo considera satánica ya que hace la
pregunta retórica: “¿De nuevo el triunfo asegura el infierno, y se desploma mi alma en su
sima profunda?”. Don Alfonso, él, tiene el papel del “tentador” venido del
infierno que va a provocar a Álvaro y injuriarlo con violencia durante toda la
jornada para que sucumba a su satanismo en la meta de poder combatirle y tener
su venganza. Es así que Don Álvaro le llama en la
escena VI, dice: “Y vos, hombre o ilusión,
¿sois por ventura un tentador que renueva mis criminales angustias para
perderme?” Al
final, Don Alfonso será la causa de su propia muerte
pero habrá obtenido lo que quería: la venganza.
A lo largo de la Jornada quinta, podemos notar en el
discurso una oposición constante entre Dios y el infierno
o más bien Satán. Los dos protagonistas consideran al otro como servidor del infierno
y no paran de insultar al otro con violencia. Por ejemplo, Don Alfonso trata Don Álvaro de: “un monstruo, (…) un asesino,(…)
un seductor, (…) un infame” en la escena VI. Ambos hablan de su “furia”, como si fueran poseídos
por Satán, lo dicen varias veces; Don Alfonso dice “mi furor”, “mi
furia”; Don Álvaro dice “vuestra furia” y después “mi furia”. El adjetivo “infame”
y la palabra “infierno” son omnipresentes en el discurso, como el tema
principal de esta jornada: la muerte. La muerte y pues la sangre tienen un
campo léxico muy variado: “sangre”, “mortal”, “mortales”, “sangre impura”, “hora
es de muerte, muerte”, “crímenes día”, “espada”, muerte irrevocable, “muerte”, “tumba”, etc. Sin embargo, la mayoría de la escena se pasa en un convento con hermanos y padres
así al principio de la Jornada es
Dios supera a Satán. Además, los personajes no paran de hacer referencia y llamar a Dios o
Jesús, Don Álvaro utiliza expresiones como “¡O
Dios!”, “Dios mío”,” ¡Misericordia!” entre otras
y Don Alfonso también menciona “el cielo”,
dice: “¡Dios mío!”, “¡Cielos!”, “Santa Madre de
los Ángeles”, etc. Podemos notar que pide “Confesión” con mucha insistencia cuando
está a punto de morir mientras que antes forzó a Don Álvaro, un fraile a olvidar su fe y a dar paso a su
furor para combatirle y mató a una religiosa. Al final,
aunque el satanismo gana el duelo en la segunda parte de la jornada, Dios queda
presente hasta el fin de la Jornada. Los papeles se intercambian, en la primera
parte el satanismo está poco presente pero luego llega
a ser omnipresente y al revés.
Este duelo entre Dios y Satán representa muy bien el duelo
interior de Don Álvaro: durante una gran parte de la jornada sigue luchando
contra su satanismo. En efecto, cuando Don Alfonso aparece y se enfrenta a él,
Don Álvaro le contesta con calma y sabiduría explicando que ahora es nuevo
hombre, que pertenece a Dios y que perdona a Don Alfonso para sus injurias.
Dice “entiendo, joven, entiendo”.
Habla de verdad como un hombre de Dios. Luego, cuando Don Alfonso cita a Doña Leonor Don Álvaro empieza a ver sus debilidades
volver. Dice “Leonor… ¡Ay! La que absorbía
toda mi existencia junta (…) sí… que aún
dura… una pasión”. Su comportamiento pasa de “(con gran calma pero sin orgullo)” a
“(Furioso)” o “(En delirio)”
pero sigue luchando: “No, que aún
fortaleza para resistir la lucha de las mundanas pasiones me da Dios con bondad
suma.” Luego, acepta el duelo diciendo “Vamos” pero lucha una última vez al decir “ No…
no triunfa tampoco con esta industria de mi constancia el infierno. Retiraos,
señor”. Al final, ya no puede resistir,
declara al fin de la escena VI “Hora es
de muerte, muerte. El infierno me confunda”. Después, cambia totalmente su
comportamiento parece como Don Alfonso llena de furor y obnubilado por la
muerte. Declara en el principio de la escena VII “Voy al infierno” y al final de la jornada, “con sonrisa diabólica”
acaba diciendo “Busca imbécil al Padre Rafael… Yo soy un
enviado del infierno, soy el demonio exterminador…Huid miserables.”. Tenemos
un índice de este satanismo en el principio de la jornada con la descripción muy negativa que hace el hermano Melitón al padre Guardián de Don Álvaro, atribuyéndole comportamientos
extraños y malos. Hace referencia a la
leyenda del diablo predicador también así que ya tiene sospechas sobre su
satanismo.
Al final, podemos decir que el satanismo vence todo en esta
jornada. Reconquista a Don Álvaro, con ayuda de Don Alfonso, lo que provoca un
desenlace terrible con la muerte de todos los personajes principales: Don
Alfonso, Doña Leonor y Don Álvaro. Además,
Don Álvaro se suicida lo que es contra los principios del catolicismo.
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